martes, 23 de noviembre de 2010

Sólo tienes que subir.

  Él era su cincuenta porciento, su mitad. Él era su vida y su único motor. Su soporte y el muelle al que se dirigía cada vez que algo iba mal. Su motivación y su único amor. El oxígeno necesario para seguir viviendo, sin él nada tenía sentido. Pero un día se fue, se fue en silencio, sin decir nada y la dejó sola, sola e indefensa.
    Ella, pobre chica, pobre joven enamorada. Dependió totalmente de él y ahora, ¿ahora qué iba a hacer? Derramó muchas lágrimas, tantas que contagiaba a cualquiera. Desprendía una ternura de la que cualquiera la haría dueña de sus brazos y prometería no dejar que nada le hiciera daño, sin embargo nadie la ayudaba. Había dejado de lado a todo aquel al que le importaba, ¿y ahora? Le tocaba enfrentarse a la vida sola, sí sola. ¿Dónde había estado todos aquellos años? Había cambiado mucho desde entonces, se miraba al espejo y no encontraba a esa persona que tan feliz había sido, que tantas sonrisas había desprendido. Había perdido su otra vida y todo lo que ella conllevaba. 
Sólo le quedaba una cosa por hacer, intentar buscarla.
   Una vez que has llegado al fondo, lo único que te queda por hacer es subir. Subir y buscar salidas e intentar volver a recuperar esa vida que dejaste pasar.

Laura :)                                                                                                                                            

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