Había sido una larga tarde, llena de magia y de ilusión. Salió como cada año a la cabalgata y se llenó los bolsillos de caramelos. Deliciosos caramelos que le habían costado conseguir, no era nada fácil cuando estabas rodeado de niños que también quieren. Tenía el pelo lleno de confetti y de purpurina pero le divertía. Le encantaba tirarse a la calle a buscar esos caramelos que se habían escapado y salir corriendo a la llegada de una nueva carroza. ¡Cuánta magia recoge esa noche! Carrozas, camellos, pajes, duendes y Melchor, Gaspar y Baltasar. Expléndidos en sus magestuosos camellos cargados de regalos. ¿Cuál de ellos sería el juego que había pedido? ¿Y la bicicleta? Intentaba averiguar cuál de todos esos regalos sería el suyo y se iba a la cama contento, puesto que creía haberlos visto.
Vaya, ¿qué ingenuo no? Aunque me gustaría volver a sentir esa gran ilusión, me gustaría volver a ser una niña para volver a vivir esos mágicos momentos. No está mal crecer, pero se dejan muchas cosas atrás. Aún recuerdo a mis padres diciéndome: “Venga, a la cama, que esta noche vienen los Reyes”. Puedo sentir aquella emoción.
Creo que estoy de acuerdo con Peter Pan, me gustaría volar e ir a la derecha, a la segunda estrella de la derecha y directo hasta el amanecer. No me importaría vivir en el País de Nuncajamás y quedarme allí con mi inocencia. Como le preguntó un día a Wendy: ¿Por qué tenemos que crecer?
El tiempo nos termina cazando a todos.
Laura :)
Ahhh! tienes toda la razoon!!!
ResponderEliminarque lindoo! L)