miércoles, 29 de diciembre de 2010

El paso del tiempo.

 Horas, minutos, segundos, días, meses, años... Tiempo al fin y al cabo. Está presente en todo lo que hacemos, en todo lo que vivimos. Tiempo, tiempo y más tiempo. Es misterioso. No podemos verlo, acariciarlo ni oírlo, pero podemos sentir que pasa, que transcurre. Puede ser eterno o efímero, dependiendo de nuestra ansia. Parece que cuando ansiamos que algo ocurra el tiempo pasa muy despacio, lentamente el reloj mueve sus manecillas y va cambiando la hora. En cambio, cuando deseamos que algo no termine o que no llegue un momento, el tiempo pasa muy deprisa. Apenas nos da tiempo a prepararnos o a saborearlo, simplemente todo se acelera. 
 Pero los que lo calculamos somos nosotros. El tiempo simplemente está ahí, pero según la persona transcurre rápida o lentamente. Somos nosotros los que lo acortamos o lo alargamos. Creamos calendarios, relojes, husos horarios...  para contarlo, pero él solamente transcurre.
Todo está regido por el tiempo, simplemente hace que todo suceda. Es el mejor remedio para todo. Coloca a la gente en su sitio, nos ayuda a olvidar a personas o simplemente a saber convivir cuando ellas no están. El tiempo es testigo de todo, sin embargo cuando echamos la vista atrás ha pasado muy deprisa y esos momentos quedan congelados en nuestra memoria, en nuestros recuerdos, pero no podrán volver a suceder.
 No sé a vosotros, pero a mi este año se me ha pasado volando. Apenas he tenido tiempo de pensar en la gran cantidad de momentos que he ido guardando y que estoy segura, de que me acompañarán toda la vida.
                               Me gustaría poder detenerlo, pasa demasiado deprisa.
Laura :)

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