jueves, 14 de abril de 2011

Subiendo el volumen.

 Enciendo mi vieja radio. Comienzo a desprenderme de mi ropa y me meto en la ducha. Una vieja canción comienza a sonar, se mezcla con el sonido del agua al caer y con alguna que otra nota desafinada que sale de mi boca. Me sumerjo en ese mundo y me olvido por completo de todo. Comienzo a tararear y me siento genial, desprendo decenas de palabras y una mezcla de felicidad y melancolía se funden dentro de mí. Adoro escuchar canciones que hace años que no oigo, me transporta a ellos y recuerdo con ternura. Bajo el dulce sonido del jazz aparece una voz que, en principio, me parece lejana. Poco a poco se acerca y me habla. Sorprendida cierro la ducha y elevo el volumen de la radio. ¿Es a mí? Vaya, eso parece. Desconcertada  escucho atentamente, comienza a recordarme cientos de momentos en los que fui feliz,  vivencias que solo yo puedo recordar. Vagamente comienzan a aparecer, oigo voces, música, risas...Me sonrío y continúo duchándome. Mientras la música se acaba logro escuchar unas últimas palabras,
            [...] No te preocupes por el tiempo, no puedes detenerlo pero sí disfrutarlo.

Laura :)                                                                                                                                            

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